Terminales que hacen ciudad

Terminales que hacen ciudad

Cómo son los proyectos para las estaciones de ómnibus de Bariloche y Necochea, que rompen con el esquema clásico.

Las estaciones de ómnibus suelen transformarse en espacios marginales, sin identidad, que alojan actividades comerciales degradadas y se congestionan fácilmente. Para evitarlo, las propuestas de diseño de las nuevas terminales de Bariloche y Necochea-Quequén, ganadoras de dos concursos provinciales, rompen los esquemas clásicos. Brindan nuevassoluciones que mejoran los flujos vehiculares y la circulación de los pasajeros.

«Hoy, la estación de Necochea-Quequén es un «área de impunidad», porque su definición como espacio público o natural es imprecisa. Por esta razón, busqué darle una nueva urbanidad, con nuevos movimientos, escalas y usos», explica el arquitecto Pablo Rescia, autor de la propuesta ganadora del Concurso de Necochea-Quequén.

«La idea es que se convierta en un área de enlace entre la ciudad y el río, entre la ciudad y sus visitantes y entre la ciudad y sus acontecimientos», apunta. De esta forma se generó una propuesta urbano-ambiental, que tiende a la integración del Río Quequén a la trama urbana.

Básicamente, su intervención se basa en tres claves: la construcción de una nueva dársena de ómnibus, la ampliación de la terminal a nuevos servicios comerciales y la definición de dos accesos principales: para los particulares que vienen desde la ciudad, la avenida 59; y, para los ómnibus, la ruta 86, una arteria que requiere un nuevo trazado. Con el flamante diseño, los ómnibus entrarán por la traza de la avenida Jesuita Cardiel y la dársena se ubicará paralela al edificio de la terminal, generando una calle de doble carril con un amplio espacio para maniobras.

En tanto, el circuito de vehículos se relaciona con la estación a través de la avenida 59, desde el centro de Necochea y desde Quequén, por el puente H. Irigoyen. Y sobre la 59 se crea una rotonda que facilita el acceso desde ambas direcciones.

Por otra parte, el edificio tiene un circuito peatonal a través de una pequeña plaza de acceso relacionada por una rampa con la plaza cívica que la articula con el edificio comercial.

Estos circuitos fueron muy valorados por los miembros del jurado del concurso, quienes destacaron «el excelente aprovechamiento de las posibilidades urbanas del área, que resuelve adecuadamente los flujosvehiculares, las circulaciones y los accesos«. También, el nuevo acceso peatonal y la relación del edificio con el parque que lo rodea.

«Un espacio verde de 700 metros de largo se encarga de articular la terminal con un gran espacio comercial y un predio ferial. Es una forma de dar sentido a los residuos urbanos que quedan entre la cuadrícula y

el río o sobre la costa marítima», precisa Rescia. Se trata de una nueva tipología de espacio público: un ecoparque, conformado por pequeñas huertas con distintas especies frutihortícolas que se diferencian estacionalmente por sus colores y texturas.

Para asegurar la imagen homogénea de la terminal, el proyecto propone demoler el ala que contiene el acceso actual al edificio y ubicar allí la nueva dársena de pasajeros. La ampliación del edificio toma las mismas dimensiones y orientación que la construcción existente, pero la envuelve para dejarla en segundo plano.

Por otra parte, la estructura de la dársena será de una losa plana a la vista con vigas invertidas y columnas de hormigón a la vista con un capitel en forma de tronco de cono que absorberá los esfuerzos de punzonado. Esto también permitirá otorgar a la estructura un aspecto de síntesis formal y constructiva.

Con formato circular. «En las estaciones tradicionales impera la lógica de la dársena, y los kioscos de boleterías se alinean con ésta. El resultado es una barrera sólida de boleterías entre el hall de entrada y el área de espera. Los pasajeros se golpean contras las ventanas o en las dársenas para ver el vehículo que están por abordar y se produce una situación muy estresante», explica Roberto Amette, ganador del concurso de la nueva terminal de Bariloche junto con Leandro O ‘Flaherty, María Elena Cupolo, Cecilia Gil, Marina Palmero y Diego PérezDuro.

El equipo decidió adoptar otro partido: diseñaron un edificio circular de 40 metros de diámetro, que tiene un acceso en triángulo yuxtapuesto en el que se alojan las boleterías y los locales comerciales. Así, el públicoque ingresa tiene un «control panóptico», de los ómnibus y de las boleterías. No se requieren complejos sistemas de señalética: ambos espacios se alinean sobre el eje de entrada y se pueden visualizar fácilmente. En el espacio exterior de la estación se sitúan 23 andenes con fácil acceso y en el centro, un patio, donde habrá distintas propuestas artísticas y culturales, como por ejemplo, exposiciones de fósiles de dinosaurios, muy abundantes en los yacimientos de la zona.

«La idea será respetar la idiosincrasia del lugar y usar materiales nobles como la piedra y la madera, vidrio y muy poco hormigón localizado. Se hará un edificio contemporáneo, pero que tenga en cuenta la historia de la región», destacan los autores. Otro de los postulados de los proyectistas fue reducir el impactoambiental del edificio. Por eso, se emplaza en un terreno quebrado y está rodeado por una gran cantidad de árboles de especies de la zona.

Su forma circular también permite minimizar el impacto sobre los bordes del predio y el entorno, porque reduce el contacto con la estructura lineal urbana que propone la geometría de las calles.

La posición y la actividad del nuevo edificio está marcado por dos torres de luz. «En lugar de las masas, será la iluminación la que jugará un papel vital de comunicación», explican los autores.

La terminal está ubicada sobre la ruta 40, en una zona de escaso desarrollo de la ciudad. Su refuncionalización será el puntapié inicial para crear un polo turístico en las 4 hectáreas linderas. Allí se prevé la construcción de un hotel y un centro comercial con cines y locales gastronómicos. «Consideramos que la terminal puede potenciar la economía de Bariloche. La idea es producir un espacio cultural para que la gente quiera quedarse y no sólo esté de paso», apuntan los proyectistas.